La revolución burguesa llegó tarde y mal. Nuestros problemas del siglo XXI vienen del XIX. Hubo un cambio necesario que no podía esperar. El antiguo régimen daba sus últimas bocanadas y el poder que emanaba de dios pasó a la mano de los hombres. Burgueses. Hoy vivimos en su estado, que es posible que estire la pata. La prueba del algodón está en unos de los poderes que en teoría dividido, son las patas del taburete: La Justicia. Un juez (burgués) siempre condenará a la mínima pena a otro burgués si es que no le puede librar de la cárcel. De ahí esos indultos de banqueros, condenas poco ejemplarizantes de asesinos hijos de médicos, etc, infantas (ya veremos) o undargarines (ya veremos). Veremos porque si pisan trena es por salvar al propio régimen. Estos harían de chivos expiatorios a la fuerza. Después vendría una purga anticorrupción de los partidos políticos cara a la galería y Don Felipe sería real en el trono.
Ya hubo un Bárcenas en el XIX, Francisco. Burgués enriquecido con y por la desamortización de varios gabinetes. Isabel acabó peor pero sus descendientes han vuelto. Y volverán más Bárcenas. Y si no hay desamortización buscarán entre los vericuetos del estado lo que ellos creen que son las migajas que les pertenecen. Migajas de las que vivirán sus nietos. Eso sí, estos burgueses al principio se jugaron la vida por cambiar algo que era injusto y crearon un estado por y para ellos.
¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a jugarnos la vida por cambiar algo? Escribe un niño criado burgués, que ya no sabe lo que es.
G.R-M.
Para jugarse la vida por lo que uno es, es fundamental tener conciencia de lo que realmente se es. La burguesía ha tenido buen cuidado en evitar que los obreros tomasen conciencia de lo que son hasta el punto en que, cuando la clase obrera se rebela, no lo hace por cambiar algo injusto sino para dejar de ser obreros y convertirse en burgueses. No hay más que ver como evolucionan los «lideres obreros» cuando alcanzan el poder.
Todo el mundo quiere y desea algo mejor. Cuando lo logran se olvidan de donde vinieron.