…Y la razón de la fuerza son dos poderosas armas nucleares que implotan en el devenir de la humanidad. En realidad esta última frase es una cursilería, pero cuando te cansas de escribir porque el mundo sigue igual y por más que dispares con palabras nadie queda herido, quizá la cursilería haya que dejarla a un lado, y lo que es más triste, la palabra. Eso sí, quien escriba bien, que siga. Por lo menos tendremos literatura.
La historia de la humanidad es la lucha por uno mismo y así, egoístamente damos los pasos al futuro y cuando unos cientos de miles lo dan a la vez, entonces hacemos historia, esto es, que merece escribirse en los libros. ¿Sólo eso? ¿Para eso las personas se juegan la vida? ¿Para que los de a pie nunca ganemos ni salgan nuestros nombres escritos? Ni falta que hace, pero hay que cambiar muchas, muchas cosas.
El primer problema, la comodidad de nuestro cerebro. La democracia es cómoda y nuestro cerebro aún más. Sería el ejemplo del hombre que estando tan cómodo en su sillón, murió de inanición. Ni se levantó a ingerir alimento. Se retroalimentaba de su inacción, hasta que falleció. Pero otro vino a ocupar su lugar e incluso nos hipotecamos para comprar el sillón más cómodo y caro. Y claro… todos cómodos y todos muertos.
Pero un día uno se levantó. Tenía hambre y quería sentir el sol, oler la noche y ver las flores. Pero le dijeron que viera y mirara al sol, así ciego, por la noche no le hacía falta ver y las flores se la harían oler. El hombre se volvió a sentar y estuvo dubitativo tres días y cuatro noches. Seguía teniendo hambre y escapó. He hizo lo que quería hacer. Saltaron las alarmas. Y los gobiernos democráticos y sus fácticos poderes y mass medias hicieron que los ciudadanos (antes pueblo) se amarraran con cadenas al sillón y tiraran las llaves del candado fuera de su alcance, así y ahora decían, es cuando estarían bien seguros.
El hombre que escapó quería gritar al cielo con palabras lo que ocurría, pero ahora nadie podía levantarse a coger un libro u ordenador para leer. Entonces se apoderó de un cortafrío y fue sillón por sillón cortando las cadenas y se dieron cuenta que sin acción no hay revolución. Estas como las guerras son cíclicas y aquellas siempre, son para quitar un régimen injusto para la mayoría de las personas. Pero, ¿se puede demorar una revolución? Ya me gustaría que fuera una ideolución, esto es, que no haya sangre, pero los perjudicados (la élite, la casta, ahora los políticos) la demoran tanto tiempo que estalla con rabia.
Y no hay revolución sin sangre. Si no, que se lo digan a la revolución feminista (ya femenina), que todavía no ha terminado y salen todos los días cadáveres y le llaman violencia de género. Pero las mujeres han de seguir la lucha. ¿Qué le pasa a esta revolución? Que no dan el paso a la vez. ¿Qué le pasa a la política? Que no marchamos todos a una y si lo hacemos a contra pie.
Entonces ¿revolución o ideolución? De momento cortar las cadenas. Lo próximo lo darán nuestros pasos.