LA RESTAURACIÓN (siglo) XXI

¡Que ingrata es la historia cuando no hay alegría en el ambiente sino expectación ante unos hechos que parecen que van a hacer Historia!

canovasComo la Transición, eso es Historia nos guste o no. O la Restauración de Cánovas en el último cuarto del siglo XIX. Un régimen hecho a imagen y semejanza de la burguesía, y ésta cuando se afianza definitivamente en el poder, apartando a las demás ideas y creando un bipartidismo excluyente turnándose cada uno a su conveniencia de no sucumbir.Sagasta

¿Les recuerda a algo esto? No he puesto el ejemplo de la Transición en vano: El hecho es que no encuentro más parecido aunque me inventara esta cien años atrás. Un partido liberal-conservador (Cánovas) -PP-, que da y toma como si no fuera con ello muy poco a la clase trabajadora y otro el Liberal (Sagasta) -PSOE, que tiñe y obliga a darle ese algo a esa clase (la trabajadora) pero sólo las migajas del poder burgués.imagesR4RC8DQP

Para más INRI, en el ideal final-feliz, está el colocar a la saga borbónica-bubónica. Unos reyes, seguramente también por esta clase de hombre que es el español, y quién podía llegar a su lado, que han restado a España, concebida como ustedes quieran.

Pero todo se acaba o a lo mucho, dura un poco más. La Restauración de 1977 tendrá imagesSTJ16BR0su fin antes o después. Es ley de vida, de Estado, de Nación y del Pueblo (ahora ciudadanos).

En fin, lo que queda de 2015, es lo más interesante que puede pasar desde aquellos años además de un default del Euro.

Que triste e interesante a la vez.imagesS2VKQ1CN

Hubo una vez un artista en la Barcelona de principios del siglo XX, anciano, desgarbado, que cuando la muchedumbre fue a ayudarlo después que lo atropellara un tranvía, le dijo a sus bienhechores: -«Déjenme que disfrute este momento, que nunca me ha pasado nada interesante en la vida»- Y allí lo dejaron, tirado, feliz, herido. Henchido.

Seguro que pasará algo interesante en la Historia. Y lo viviré.

G.R-M.

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3 comentarios en “LA RESTAURACIÓN (siglo) XXI

  1. Las cosas no fueron pensadas para que al final el «modus operandi» de las Instituciones del Estado se asemejase a la Restauración. Para el 18 de julio de 1936, ya se sabía de las «familias» o ramas políticas que se unieron para, en palabras de Franco, desterrar el fatal espíritu de la Enciclopedia. Años después, el periodista Emilio Romero, falangista que escribía en el diario «Arriba», se atrevió por primera vez a escribir sobre las distintas facciones, carlistas, falangistas, conservadores…El Nuevo Estado surgido el 18 de julio, integró todas esas fuerzas a costa de algunas renuncias, a la manera del primer gobierno de Hitler de enero de 1933, y su formación y gestión se pueden entender a través de las palabras del propio Franco:

    «NUESTRA GENERACIÓN NO APLASTÓ EL RÉGIMEN PASADO PARA SUSTITUÍR A LOS HOMBRES QUE GOBIERNAN POR OTROS, SINO PARA DESPERTAR ESPAÑA A UNA NUEVA VIDA»

    Derrotado el Eje, Franco instauró -INSTAURÓ- la monarquía. ¿Cuál ha sido el problema? El Rey en su primer discurso del 22 de noviembre de 1975 ya tomó partido por ser Rey de todos los españoles. Y…¿Qué quiere decir eso? Pues que también ha querido ser rey de los bolcheviques, de los que buscan la apropiación de los bienes del prójimo justificándose en la libertad, la igualdad, los derechos…Rey de los que no siendo nada, nunca tienen bastante. ¿Dónde está pues la monarquía representativa, la monarquía de génesis gibelina? El Rey hizo como hacía Curro Romero, dar unos pases y soltar los trastos. Eso sí, blindado. Se necesita la unanimidad de la Cámara Baja para intentar remover al Rey. Por otra parte, ¿somos monárquicos? Pero…¿es que se puede ser otra cosa?

    La sociedad española de 1975 identificada con la época de Franco, se reuniría mayormente alrededor de Fraga, Areilza, Osorio, Arias Navarro…integrados en AP, partido que tiene muy poco que ver con el PP, surgido solo para desplazar al PSOE con sus mismas artes, por que hay algo que no se puede decir, algo que no admiten los españoles: LA VERDAD. Por eso Piñar, por eso Fraga, que además vistió la camisa azul, nunca ganó las elecciones. Por eso nadie que proceda de las esencias del 18 de julio ganará unas elecciones. Suárez las ganó, a costa de traicionarse a sí mismo y a lo que es y debe ser España. González también las ganó, a costa de proclamar aquello de que «hay que ser socialistas antes que marxistas» así como a costa de prometer los dos millones de empleos públicos que iba a crear; verborrea pura, pero efectiva.

    ¿Quién forzó a la organización del Estado Autonómico, que no nos podemos permitir? ¿Quién trajo la ley de divorcio? ¿Quién trajo la ley del aborto? En el Texto Constitucional de 1978 ni siquiera se hace referencia al aborto. ¿Quién eliminó de facto la división de poderes ocupando políticamente la Justicia? ¿Quién ha destrozado la Educación, varias veces además? ¿Quién ocupó las cajas de ahorros por ley, la LORCA? ¿Quién liquidó el holding industrial público, el INI? ¿Quién con la política ha fagocitado toda iniciativa individual? ¿Quién permitió que varias generaciones de jóvenes se enfrascaran de droga, así, sin más? ¿Quién liberalizó los arrendamientos urbanos? ¿Quién creó el clientelismo político? ¿Quién comenzó a utilizar el terrorismo como moneda de cambio? Todo esto y mucho más lo han hecho los que han gobernado durante 22 años, los nuevos amigos del Rey: González, Guerra, Boyer, Solchaga, Peces-Barba, Corcuera, Tierno Galván, Barranco, Maravall, Borrell, Belloch, Fernández Ordóñez, García Valverde, Griñán, Rubalcaba, Serra, Solbes…Quien tenga más de dos dedos de frente, que piense un poco y entenderá el mundo tan esquizofrénico en el que vivimos.

  2. Extractos del artículo titulado «PRADA O LA DISIDENCIA FUNDAMENTAL» cuyo autor es el escritor Enrique Alvarez y publicado en el diario «ABC» del 27 de mayo de 2015:

    «Es difícil encontrarle modelos a Juan Manuel de Prada. Cuando yo lo conocí, en sus inicios brillantes como articulista y narrador, me hizo pensar en una especie Dostoievsky hispano, por ese crucial desgarramiento en que se fundía su amor a los ofendidos y humillados y su impronta cristiana. Después, al ir desplegándose su faceta de debelador del progresismo y de la cristofobia rampantes, di en verlo como un cruce de neocatólico (craso error) y de tremendismo neofalangista, imagen pronto sustituida por la de un Chesterton pasado por Cela y Umbral. Pero llegó el funesto año 2004y, con él, la defección histórica a la esencia de España del Partido Popular, y entonces de Prada se constituyó en el acusador más severo del contubernio en que las dos facciones mayoritarias del país abdicaron toda voluntad de defender la raíz de la nación. Prada nos recordó entonces a Unamuno, el de «contra esto y aquello», como si la generación del 98 hubiera encontrado su epígono en un escritor llamado -o condenado- a representar a solas, justo un siglo después, la oposición a la mentalidad anquilosada, borreguil, falsamente plural y entreguista de progres y neocones. Una oposición tan insobornable como desesperada, en un panorama político marcado precisamente por la equivalencia de todas las fuerzas políticas existentes. Por último, vinieron la crisis financiera de 2008, la corrupción masiva y el avasallamiento meticuloso a que nos someten las instituciones europeas, y aquí el novelista y columnista tan polémico, nuestro Chesterton tremendista y unamunizado, se nos convierte en un profeta que truena intempestivo, machacón y hasta grotesco, contra el capitalismo, contra la ideología liberal, contra la abolición del alma….por resumirlo en una paradoja: contra el progresismo de la derecha y el conservadurismo de la izquierda. Un profeta que clama fundamentalmente contra el desvío de la civilización occidental iniciado ya en Lutero, con un discurso ortodoxo pero nada papólatra ni alineado con fuerza alguna del establishment religioso. Quizá un Solzhenitsyn español».

    «La obra literaria de Prada nace de una sensibilidad genuinamente literaria, la de un letraherido grave, pero su ingenio e imaginación, por muy desatados que se hallen, jamás abandonan su compromiso con la sociedad española. Realidad que él solo de entre los escritores notables de nuestro tiempo, sabe ver desde la Historia en su inexorabilidad trágica: la de una nación que fue grande y singular en el orbe cristiano y que, tras siglos de resistir los embates del Protestantismo, la Ilustración, y los sucesivos materialismos, finalmente sucumbe ante la ideología y las estrategias de la globalización y del poder del dinero. Sí, un pueblo a punto de arruinarse y de disgregarse por la muerte de sus tradiciones.

    Quizá haya quien crea ver en la feroz diatriba de Prada contra la democracia global y desalmada que nos gobierna, y en la vindicación de la monarquía cristiana que un día perdimos, un rebrote característico del impulso fascista, pero justamente el logro del escritor es demostrarnos que la verdadera libertad estaba en aquella monarquía, mientras que la verdadera dictadura, el totalitarismo entero y verdadero, se halla en esto que llaman el Nuevo Orden Mundial, del que ya no parece que tengamos escapatoria».

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