Estaba acojonado pero el título era perfecto. Era un triunfo en sí mismo, no hacía falta destripar y desparramar letra alguna. Algunos libros sólo merecen ser publicados por su título. Intitulados se podría llamar la nueva serie de Netflix, eso sí que iba dar que hablar y ver y oír, no escuchar, eso es bajuno, arrabalero.
– ¿Pero por qué algunas mujeres sueñan con ser violentadas? Porque se les enseñó y educó que el sexo era pecado y sucio, entonces su inconsciente les obligaba a practicarlo a la fuerza, como el comer amigo.
– ¿Esto es dadaísmo? – No, es lalaísmo, que no es lo mismo, estamos en la era de Eurovisión pero empezando por atrás, moislalá. -Entiendo.
– ¿Lo de las mujeres es una metáfora de lo de Huawei? – No, el título. -Comprendo.
– No comprendes nada, tu Android dejará de funcionar. -Ahora sí que no.
– El hombre del título es chino. – Eres un cachondo, ya entiendo.
-Pues saca el besugo del armario y empotra la casa. Recuerda, las tortas se dan del revés para que el negativo sea una buena hostia.
– Escribes corto y mal. – Esto se ha escrito por el título, todo se borrará en minutos, será un recuerdo vano en el estómago del tiburón donde encontrarán el armario, digo el besugo.
-¿Hay besugos en China? -Es una especie annunaki, está aquí desde tiempos remotos. Por todos lados. – ¿Te vas a atrever a publicar esto? -No, es producto de tu imaginación y cerebelo. -¿el can? -No, el par. -¿Eran gemelos? -Parabelo, parabelum. -Así así…
-Y el chino dijo: «y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y alguien dijo «y yo más»
-Pero ese no es el tema. -No.
-Hasta la pista. – Adiós.
Y este dijo: «la segunda parte de la película Tiburón fue mejor que la primera»…
… y el segundo mechero encendió.
G.R.M.