LA GRAN ESTAFA (III GM)

Evidentemente no soy experto en economía, pero hay algo que no encaja del todo. Falta una pieza. Ahora hay crisis, pero esta pieza a la que aludo tampoco estaba en los tiempos de «bonanza».

En realidad falla algo en este sistema, el liberal capitalista «democrático». Pero yerra para el noventa y nueve por ciento de la población. La pieza existe, pero la conserva el uno restante. Y no quieren que la veamos. Ni olerla de lejos.

Pero algo novedoso está pasando y es que como una adivinanza o un objeto escondido en un cuadro, hay personas, que se están acercando a la verdadera acción por parte de unos pocos contra la mayoría del planeta.

Saldrán contradiciéndome legiones de economistas liberales y políticos (si leyeran esto, claro) de altísimo nivel europeos y norteamericanos. Ellos viven del sistema y lo representan. Es posible también que esto ya lo hayan dicho otros (es imposible estar al tanto de toda la mastodóntica información y contrainformación que se da y en tantos canales a la vez y por día). No quiero por tando ni mérito ni demérito.

Quiero decirlo, contarlo.

Repito, algo está ocurriendo en el planeta y no es nada aleatorio ni va a ser bueno, pues insisto en que al revelarse el «truco» por donde nos han estado guiando, estos mismos «porteadores» quieren dar una vuelta a todo al modo «lampedusiano» y jugárselo todo a una carta.

Claro que ellos juegan a la ruleta pero a la vez son los dueños del casino. Así nunca pierden. Pueden arriesgarse. Hubieran seguido como siempre, pero saben que una mentira puede durar cien, doscientos años… pero entra dentro de las posibilidades que se descubra.

Y esto o ya ha pasado, o falta poco para que ocurra. Y desean una gran cortina de humo para que sus hijos y nietos sigan con «el negocio». Esto sería una tercera guerra mundial. Así, podrían vivir cicuenta o cien años más a costa de los demás. Y esto, ya creo que ha ocurrido otra vez.

No quiero mezclar política con economía pues de esa manera tendré menos lectores. A la Alemania Socialista Nacional no se la atacó por otra cuestión que no sea la económica, al querer salirse del patrón oro. Al igual que a Sadam Huisein y a Irak, no se la destruyó como todos sabemos por las armas de «destrucción masiva», no estaba aún «el mundo preparado» para una falta de confianza en el dólar, al querer a cambio de petróleo la moneda europea.

A parte, ya que sale a colación, el «patrón confianza», trozos de papel que no es más que otra patraña más de este uno por ciento, en cuestión unas familias. Sigue en pie el «patrón oro». Nunca ha dejado de existir. De hecho, en una Gran Tercera Guerra Mundial dicen que sólo sobrevivirá el que tenga tierra y oro. Yo digo que sólo lo hará el que posea ese metal. Por tanto, nunca ha dejado de existir este patrón. Cuando en 1973 se cambió por el de «confianza», ellos sabían que tampoco se estaba preparado la para confirmación de la mentira (la verdad).

Con ello, y la caída del comunismo por su propio peso (la URSS sólo fue una «China» en sus zapatos) sabían que les quedaba poco tiempo para que alguien denunciara este «sistema» de opresión amparado y viviendo de la libertad denominada «democracia». Ellos no creen en ella, sólo se sirven de la «estafa» y esta respira muy bien en aquella.

Todos sabemos que sólo se puede jugar con un «patrón». La «confianza» es un telón del «patrón oro». Hitler quería destronar a este por el «patrón trabajo», justo, digamos que la moneda vale lo que aporta la producción y el trabajo de las personas.

Bien, la estafa es esta, jugar con dos patrones. Esto lo manejan, digamos que diez «familias» en el planeta y nueve son judías (no estoy contra el judío de a pie).

Estas familias han tardado unos trescientos años en conseguir que todo, absolutamente todo lo que necesite y pueda consumir una persona normal, pase por sus manos y por supuesto por sus bolsillos, haciendo caja. Desde el combustible hasta una patata, desde una aspirina al dinero de los bancos.

Esto es: Nos dan el patrón oro y nosotros le devolvemos este con intereses más el patrón trabajo. En latín paladino, le damos el dinero (ganado con nuestro esfuerzo) con intereses más nuestra productividad. En realidad, ese dinero que «nos» prestan lo han conseguido con nuestro «patrón trabajo», con nuestro esfuerzo. Nos cobran dos veces. Todo vuelve hacia ellos. El oro (con intereses) y nuestro esfuerzo.

Tienen el negocio de los siglos. Redondo. Y no lo van a soltar.

Hay que quitárselo.

G.R-M.